La llegada de la Sostenibilidad a la Planificación del Desarrollo Económico
Por: Fernando Torres Granadillo
Lograr un desarrollo regional y local efectivo y sostenible requiere más que buenas intenciones: exige una planificación racional, profundamente arraigada en el conocimiento del entorno y sus particularidades. En un mundo cada vez más interconectado y consciente de la responsabilidad social y ambiental, los enfoques de sustentabilidad se han convertido en pilares indispensables para diseñar estrategias que aseguren un crecimiento equilibrado, inclusivo y respetuoso con los recursos naturales. Desde hace aproximadamente 20 años, estos enfoques han fortalecido su presencia en la planificación del desarrollo, impulsados por la necesidad de gestionar los recursos naturales de manera responsable, innovadora y resiliente.
Para que una planificación sea verdaderamente efectiva, debe partir de un profundo conocimiento del territorio. Esto implica comprender sus características territoriales, ecológicas, sociales y económicas, y formular estrategias que se ajusten a sus potencialidades y desafíos específicos. Solo con esa base sólida se pueden diseñar políticas públicas y privadas que promuevan un crecimiento equilibrado, justo y sostenible. Además, esa planificación debe adoptar una visión integradora, que combine aspectos sociales, económicos y ambientales, promoviendo la participación activa de las comunidades y actores clave en cada proceso. La gestión territorial, fundamentada en datos actualizados y en un análisis profundo de las dinámicas locales, debe orientar a largo plazo, garantizando la conservación de recursos, el bienestar social y el desarrollo económico.
En este contexto, los enfoques de sostenibilidad se han fortalecido e ido integrando en la planificación regional y local, planteando modelos que transforman las formas tradicionales de gestionar recursos y promover el desarrollo. La economía circular, que prioriza la reutilización y el reciclaje, ha cambiado la percepción sobre la gestión de residuos, promoviendo procesos productivos más responsables y menos impactantes para el medio ambiente. La bioeconomía propugna un aprovechamiento sostenible de los recursos biológicos, estimulando sectores como la agricultura, la pesca y las biotecnologías, además de impulsar la innovación basada en recursos naturales. La economía azul, por su parte, focaliza su atención en la gestión sustentable de los recursos marinos y costeros, fomentando actividades como la pesca responsable, el turismo ecológico y la conservación de ecosistemas marinos vitales.
Estos modelos se han convertido en componentes esenciales en la formulación de estrategias para países latinoamericanos, ya que permiten gestionar de manera responsable sus recursos y responder a las demandas de un escenario mundial cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad. Venezuela, con aproximadamente 3,1 millones de kilómetros cuadrados de territorio y cerca de 280.000 kilómetros cuadrados de espacio marítimo, cuenta con una de las líneas costeras más extensas de la región, de unos 2.800 kilómetros, y con 13 de sus 23 estados que tienen acceso directo al mar. Este potencial en recursos marítimos y en biodiversidad, que incluye más de 36.000 especies de plantas y ecosistemas únicos como los tepuyes y manglares, requiere una gestión cuidadosa basada en enfoques de economía azul y bioeconomía, que puedan garantizar un desarrollo social y económico sostenible, además de la conservación del patrimonio natural.
Por su parte, Colombia pero cuenta con cerca de 2.300 kilómetros de litoral en sus costas del Pacífico y el Caribe. La riqueza ecológica del país, que abarca desde la Amazonía hasta la cordillera de los Andes, y sus ecosistemas marinos, la colocan en una posición privilegiada como uno de los países más biodiversos del planeta. La integración de estos enfoques en su planificación ha sido también fundamental para responder a los desafíos de conservación y desarrollo, permitiéndole conectar su potencial ecológico con oportunidades económicas sostenibles.
Estos ejemplos regionales evidencian que la incorporación de principios de sostenibilidad en la planificación del desarrollo es un paso esencial para que los países puedan aprovechar responsablemente sus recursos, proteger ecosistemas vitales y entrar en sintonía con un escenario global donde la responsabilidad social y ambiental marcan la diferencia en su crecimiento y competitividad. Incluir enfoques como la economía circular, la bioeconomía y la economía azul resulta imprescindible para responder a los desafíos del presente y del futuro. Solo así, los países podrán gestionar de manera más efectiva sus recursos naturales y culturales, fortalecer su desarrollo económico y social, y posicionarse como actores relevantes en un mundo que demanda mayor compromiso con la sostenibilidad y la innovación.
Fernando Torres Granadillo
Profesor Titular de la Universidad del Zulia. Investigador Responsable del Proyecto: Estrategias en bioeconomía, economía azul y economía circular para el desarrollo sostenible en regiones y espacios locales, adscrito al Centro de Estudios de la Empresa. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Miembro de la Red de Investigación BioEco. Correos: ftorresgranadillo@gmail.com; redbioeco@gmail.com