AgroTech Ambiente Economía 

El poder del capital social en la construcción de un desarrollo sostenible

Por: Fernando Torres Granadillo

El concepto de capital social ha sido objeto de amplio estudio en las ciencias sociales, y su importancia radica en su capacidad para fortalecer las relaciones, facilitar intercambios y promover el desarrollo comunitario. Pero, ¿cómo podemos vincular este recurso intangible con el crecimiento económico sustentable y la protección del medio ambiente? La respuesta reside en entender las redes sociales como un elemento clave en la construcción de un desarrollo sostenible, especialmente cuando se integran enfoques innovadores como la economía circular, la bioeconomía y la economía azul.

El capital social se manifiesta fundamentalmente a través de las redes sociales; es decir, en la interacción de agentes, organizaciones e instituciones que, mediante relaciones de confianza, reciprocidad y cooperación, comparten recursos e información. Estas redes no solo fortalecen las relaciones humanas, sino que también influyen en la gestión de recursos en espacios territoriales, promoviendo una dinámica que puede ser aprovechada para impulsar el desarrollo sostenible.

Desde una perspectiva investigativa, el análisis del capital social revela que en el espacio local, este se expresa en la existencia y calidad de las redes sociales. La densidad y estructura de estas redes determinan el flujo de información y accesos a recursos estratégicos, las obligaciones y expectativas de reciprocidad, y la fortaleza de normas y sanciones que rigen la cooperación. La movilidad de recursos dentro de estas redes, de acuerdo a Nan Lin –reconocida investigadora-, depende en gran medida de la posición de cada agente, la fortaleza de sus relaciones y la ubicuidad de sus vínculos.

Las redes sociales permiten que los recursos circulen con mayor rapidez, facilitando la cooperación y la innovación en modelos económicos que priorizan la sustentabilidad. En este contexto, la economía circular emerge como una estrategia para reducir residuos y optimizar recursos mediante una gestión colaborativa, apoyada en redes de actores diversos: empresas, comunidades, instituciones públicas y organizaciones sociales.

La bioeconomía, por su parte, aprovecha los recursos biológicos de manera sostenible, promoviendo la innovación en sectores como la agricultura, la biotecnología y la pesca, siendo fundamental para mantener la biodiversidad y los ecosistemas saludables. La economía azul, enfocada en el aprovechamiento sostenible de los recursos marinos y acuáticos, también depende de una buena infraestructura de redes sociales que facilite alianzas y la transferencia de conocimientos.

En estos enfoques, la existencia de redes sociales sólidas y bien estructuradas es clave para ampliar el acceso a recursos, innovar en prácticas sostenibles y crear valor en torno a los recursos naturales, promoviendo así un desarrollo que respeta los límites planetarios. El aprovechamiento del capital social en estas economías alternativas requiere fortalecer las relaciones, promover la confianza, y aprovechar los recursos existentes en las redes. Esto implica no solo entender quién tiene acceso a recursos y quién no, sino también cómo se movilizan estos recursos y cuáles son las condiciones para una colaboración efectiva.

La interacción en las redes, según Lin, está influida por factores como la fuerza de la posición del agente, la calidad de sus relaciones y su ubicación dentro de la red. La acción consciente y estratégica en estos espacios puede potenciar el desarrollo económico, social y ambiental, generando impactos positivos en comunidades locales y en ecosistemas.

El capital social, por tanto, no es solo un recurso en sí mismo, sino un catalizador que puede facilitar la transición hacia modelos económicos más circulares, bioeconómicos y azules. La construcción y fortalecimiento de redes sociales permiten la movilización de recursos, el intercambio de conocimientos y la colaboración efectiva, ingredientes esenciales para alcanzar el desarrollo sostenible.

En conclusión, entender y potenciar el capital social en nuestras comunidades y sectores productivos puede ser la clave para promover una economía más inclusiva, resiliente y respetuosa con los límites del planeta. La innovación social y la sostenibilidad caminando de la mano, a través de redes sólidas y recursos compartidos, pueden abrir caminos hacia un futuro más justo y ecológico.

Fernando Torres Granadillo

Economista. Mg. Gerencia de Empresas. Doctor en Ciencias Humanas. Profesor Titular de la Universidad del Zulia. Investigador Responsable del Proyecto: Estrategias en bioeconomía, economía azul y economía circular para el desarrollo sostenible en regiones y espacios locales. @redbioeco. Correos electrónicos: ftorresgranadillo@gmail.com; redbioeco@gmail.com

Relacionados

Dejar un comentario