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Redes sociales para la innovación circular

Por: Fernando Torres Granadillo

El concepto de redes sociales como infraestructura de conocimiento ha sido objeto de análisis en las ciencias sociales y la economía política, y su relevancia reside en su capacidad para fortalecer las relaciones, facilitar intercambios y promover la innovación sostenible. ¿Cómo puede este recurso intangible impulsar una economía circular en contextos regionales? La respuesta está en entender las redes como plataformas de interacción entre actores y organizaciones que, mediante confianza, cooperación y aprendizaje, conectan flujos de información con prácticas circulares concretas.

El análisis de las redes sociales en entornos locales revela que la densidad, la estructura y el alcance condicionan el flujo de saber, el acceso a recursos estratégicos y la calidad de la relación. La posición de cada actor, la fortaleza de sus lazos y la propagación de sus vínculos influyen en la velocidad y la calidad con la que la información se transforma en conocimiento aplicado y en iniciativas de innovación. En este marco, las redes sociales no constituyen solo un activo; además son poderosas infraestructuras que facilitan que la información se socialice, se interprete y se transforme en soluciones y, es allí donde es de gran aporte para el avance de la circularidad en innovaciones.

La economía circular puede ser conocida y potenciada en comunidades que comparten información, pudiendo crecer en cuanto a sus procesos mediante una gestión colaborativa. Los elementos teóricos clave que conectan redes y circularidad incluyen la confianza como base para la coordinación entre actores, la capacidad de las redes interorganizaciones para planificar y ejecutar proyectos regionales, y la distinción entre vínculos débiles y fuertes: los primeros amplían el acceso a ideas y tecnologías externas, mientras que los segundos fortalecen las alianzas dentro de un ecosistema local. En este sentido, el conocimiento existe como un activo social que, al integrarse a contextos locales, genera capacidades, productos y procesos innovadores hacia la sostenibilidad pragmática que va más allá de las declaraciones y discursos.

La confianza y la reciprocidad reducen costos de coordinación y fortalecen acuerdos para proyectos circulares, como el intercambio de subproductos, la gestión integrada de residuos y la creación de redes de cooperación público-privadas y académicas. El marco institucional condiciona la viabilidad de estos acuerdos; políticas claras y marcos normativos estables pueden disminuir fricciones y estimular la cooperación. El conocimiento tácito y el de tipo explícito se vinculan cuando la circulación de saber práctico depende de su socialización y de la capacidad para compartir saberes operativos. Las interacciones entre actores, entendidas como la red de relaciones, condicionan el flujo de información y, por ende, la capacidad de innovar en prácticas circulares.

Para activar la innovación circular en entornos locales, es necesario construir una malla relacional que identifique actores clave —empresas, universidades, centros de innovación, cámaras de comercio, cooperativas de reciclaje y autoridades locales— y nodos de información relevantes, como plataformas de datos de residuos, inventarios de subproductos y mapas de recursos. La gobernanza y la confianza son fundamentos críticos: es preciso establecer acuerdos de intercambio de información, marcos de colaboración y mecanismos transparentes que faciliten proyectos circulares. En cuanto a las fases de trabajo, conviene partir de una etapa descriptiva para mapear redes y flujos de información sobre circularidad, identificando nodos y frecuencias de transmisión. Seguidamente, una fase analítica para diagnosticar cuellos de botella en la circulación de conocimiento y proponer soluciones concretas, como la estandarización de residuos, sensibilización coherente con formación ajustada a los contextos locales, plataformas de datos más integradas o la creación de laboratorios locales de innovación. Finalmente, una fase prospectiva orientada a diseñar escenarios de red para futuras alianzas entre la academia, el sector productivo y las autoridades, para generar soluciones circulares que puedan ser pilotadas y, si funcionan, escaladas.

El uso aprovechamiento de las redes sociales para estimular nuevas formas de conocimiento económico que construya verdaderas soluciones factibles y viables para un mundo sostenible, apenas comienza y nosotros somos nodos integrantes e integradores.

Fernando Torres Granadillo

Economista. Mg. Gerencia de Empresas. Doctor en Ciencias Humanas. Profesor Titular de la Universidad del Zulia. Investigador Responsable del Proyecto: Estrategias en bioeconomía, economía azul y economía circular para el desarrollo sostenible en regiones y espacios locales. @redbioeco. Correos electrónicos: ftorresgranadillo@gmail.com; redbioeco@gmail.com

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